
Toda empresa que ha navegado más de una década de existencia conoce de primera mano que las crisis no son eventos aislados, sino elementos cíclicos del entorno económico. Recesiones, crisis sanitarias, inestabilidad política o disrupciones tecnológicas: las circunstancias externas cambian y con ellas, las reglas del juego comercial. Es precisamente en esos momentos, cuando los presupuestos se ajustan, las decisiones se retrasan y los clientes se tornan más conservadores, que debemos revisar y reajustar nuestras estrategias. Hablamos de cómo gestionar y repensar nuestras ventas en tiempos de crisis.
Recordamos claramente los primeros meses de la pandemia del COVID-19: llamadas canceladas, proyectos congelados, presupuestos recortados. En aquel entonces, muchos equipos comerciales se paralizaron, mientras otros optaron por acelerar sin cambiar el mensaje. Ninguna de esas respuestas fue sostenible. Aprendimos que la resiliencia comercial no consiste en insistir, sino en adaptarse con inteligencia, empatía y foco en el valor.
En este artículo, abordaremos cómo replantear nuestras estrategias de venta en entornos inestables, qué prácticas se han mostrado eficaces en contextos adversos y cómo cultivar una mentalidad adaptativa tanto a nivel individual como organizacional. Basaremos nuestra reflexión en estudios, marcos teóricos y experiencias prácticas, con un objetivo claro: que nuestros equipos de ventas no solo sobrevivan a la crisis, sino que encuentren en ella una oportunidad de transformación.
Entender el nuevo contexto del comprador en tiempos de crisis
Uno de los mayores errores que podemos cometer durante una crisis es actuar como si el mercado no hubiera cambiado. La realidad es que, en estos momentos, las prioridades de los compradores se transforman. Lo urgente reemplaza a lo importante, la eficiencia desplaza a la innovación, y la aversión al riesgo se convierte en el principal filtro para cualquier decisión.
Como señala Brent Adamson en The Challenger Sale (2011), en entornos complejos, los compradores ya están sobrecargados de información. Si a esto le sumamos la incertidumbre de una crisis, nos enfrentamos a interlocutores más cautelosos, con procesos de aprobación más largos y mayor presión interna por justificar cada gasto. Entender este nuevo mindset es clave para adaptar nuestro enfoque comercial.
Durante una crisis, muchos compradores operan desde una lógica defensiva: buscan reducir costes, evitar errores y asegurar la continuidad. Esto implica que debemos reformular nuestro pitch, priorizando el valor tangible, el retorno rápido y la reducción de riesgos. En lugar de hablar de innovación o disrupción, es momento de hablar de eficiencia, resiliencia y estabilidad.
Además, debemos tener en cuenta que, durante una crisis, los interlocutores cambian. Aparecen nuevos decisores —como equipos legales o financieros— y el poder se redistribuye dentro de las organizaciones. Por ello, es fundamental mapear nuevamente a los stakeholders, identificar quién tiene la última palabra y adaptar el mensaje a cada uno de ellos.
Reenfocar el discurso comercial hacia el valor real
Cuando el entorno es estable, muchas ventas se cierran sobre promesas de largo plazo. Sin embargo, en ventas en tiempos de crisis, ese horizonte se acorta drásticamente. Los compradores ya no quieren saber qué impacto tendrá nuestra solución en tres años, sino cómo les ayudará este trimestre. Por eso, es imprescindible reenfocar nuestro discurso hacia el valor inmediato y concreto.
En nuestras sesiones con equipos de ventas, trabajamos frecuentemente una matriz de valor adaptado a contextos de crisis: reducción de costes, automatización de procesos, mitigación de riesgos y mejora de la productividad. Estas dimensiones suelen ser prioritarias para los clientes en entornos adversos. Nuestra narrativa debe estar alineada con esas prioridades, mostrando con datos y ejemplos cómo lo hemos logrado en otros casos similares.
Aquí entra en juego el poder del storytelling basado en evidencia. No basta con afirmar que generamos eficiencia: debemos contar cómo ayudamos a una empresa similar a reducir sus costes en un 20 % o acortar sus ciclos operativos en 30 días. La credibilidad del mensaje depende de su concreción. Como recomienda Robert Cialdini en Influence (1984), la prueba social y la autoridad son dos de los principales elementos de persuasión: usemos estudios de caso, métricas y testimonios que refuercen nuestra propuesta.
Asimismo, debemos aprender a reformular objeciones en oportunidades. Si un cliente dice “ahora no es el momento de cambiar”, podemos responder con “precisamente por eso esta solución está pensada para ayudarte a mantener la estabilidad con los recursos actuales”. En crisis, vender no es presionar, sino acompañar en la toma de decisiones difíciles con argumentos sólidos y empáticos.
Ajustar los procesos y métricas comerciales
Durante una crisis, muchas organizaciones intentan seguir operando con las mismas métricas y playbooks que en tiempos normales. Pero insistir en los mismos objetivos cuando el contexto ha cambiado drásticamente solo genera frustración y desalineación. Por eso, es esencial adaptar nuestros procesos y KPIs a la nueva realidad.
Uno de los primeros ajustes que recomendamos es redefinir qué consideramos un lead cualificado. En crisis, los criterios clásicos de BANT pueden necesitar una revisión: tal vez un lead no tenga presupuesto inmediato, pero sí una necesidad crítica y apertura al diálogo. En lugar de descartarlo, podríamos enfocarnos en construir relación y mantener contacto hasta que la ventana de oportunidad se abra.
También es clave revisar la frecuencia y el tipo de seguimiento. En lugar de perseguir cierres inmediatos, puede ser más productivo ofrecer valor mediante contenido relevante, consultoría gratuita o sesiones de diagnóstico. Este enfoque relacional, más que transaccional, prepara el terreno para una venta futura con mayor probabilidad de éxito.
En cuanto a métricas, conviene priorizar indicadores de actividad y calidad de interacción, más que volumen de cierres. ¿Cuántas conversaciones estratégicas hemos iniciado? ¿Qué nivel de engagement tienen nuestros leads? ¿Estamos generando pipeline para los próximos trimestres? Estos datos nos permiten mantener el pulso del negocio sin caer en el desánimo por la baja conversión coyuntural.
Fortalecer las habilidades humanas del equipo de ventas
En tiempos de crisis, el factor humano adquiere una relevancia aún mayor. Ya no se trata solo de dominar técnicas de venta, sino de cultivar habilidades blandas como la empatía, la escucha activa, la resiliencia y la comunicación clara. Estas competencias son las que marcan la diferencia cuando el interlocutor está bajo presión o atravesando incertidumbre.
En nuestras formaciones, reforzamos una idea central: vender en crisis es, ante todo, acompañar. Esto implica entender lo que el cliente siente, no solo lo que necesita. Una llamada de seguimiento puede ser también una oportunidad para preguntar cómo está viviendo el contexto, qué desafíos enfrenta y cómo se siente frente a sus decisiones. Esta dimensión emocional no puede subestimarse.
La resiliencia también debe ser entrenada internamente. Los vendedores están expuestos al rechazo constante, pero en contextos adversos ese rechazo se intensifica. Si no trabajamos la gestión emocional, el equipo puede caer en el desgaste, el cinismo o la desconexión. Espacios de contención, conversaciones abiertas y liderazgo empático son fundamentales para sostener el ánimo y la motivación.
Por último, la adaptabilidad. Un vendedor que sabe cambiar su enfoque según la situación, reformular su pitch y moverse con agilidad entre industrias o segmentos, tiene más probabilidades de mantenerse relevante. Como afirma Carol Dweck en Mindset (2006), las personas con mentalidad de crecimiento ven las crisis como escenarios de aprendizaje. Fomentar esta actitud en el equipo puede ser el mayor activo en medio de la tormenta.
Innovar sin perder foco: ajustar la propuesta de valor
Una crisis puede ser el peor momento para improvisar… y al mismo tiempo, el mejor momento para innovar. El equilibrio entre mantener lo que funciona y adaptar lo necesario es delicado, pero crucial. Por eso, revisar nuestra propuesta de valor con espíritu crítico puede abrir oportunidades inesperadas.
Lo primero es preguntar: ¿sigue teniendo sentido lo que ofrecemos, tal como lo ofrecemos? Tal vez nuestros productos deban empaquetarse de otra forma, con menos funcionalidades, pero más accesibles. O tal vez debemos ofrecer versiones de entrada, consultorías iniciales o pilotos gratuitos que permitan al cliente probar sin riesgo. La flexibilidad en la oferta es tan importante como la firmeza en los valores.
En este punto, es clave escuchar activamente a los clientes actuales. Ellos nos pueden indicar por dónde evolucionar: qué parte de la solución les resulta más útil hoy, qué necesidades han surgido, qué barreras están enfrentando. Incorporar este feedback en nuestra estrategia no solo mejora la propuesta, sino que refuerza el vínculo.
La innovación también puede darse en el modelo de negocio. Muchas empresas, durante la pandemia, descubrieron nuevas formas de monetizar su conocimiento (webinars, cursos, asesorías), nuevas formas de entregar valor (plataformas digitales, automatización) y nuevas alianzas estratégicas. La clave está en preguntarse: ¿cómo podemos seguir siendo útiles, aunque el contexto haya cambiado radicalmente?
Conclusiones
Las ventas en tiempos de crisis son un desafío que ningún equipo desea enfrentar, pero que todos deben estar preparados para abordar. En estos momentos, la verdadera fortaleza comercial se pone a prueba: no basta con seguir los procesos habituales, hay que pensar con agilidad, actuar con empatía y comunicar con honestidad.
Como bien decía Peter Drucker, “el mayor peligro en tiempos de turbulencia no es la turbulencia en sí, sino actuar con la lógica del ayer”. Las estrategias que funcionaban en tiempos de bonanza pueden volverse ineficaces o incluso contraproducentes en tiempos de incertidumbre. Por eso, adaptarse no es una opción táctica, sino una necesidad estratégica.
Desde The B2B Sales Academy, creemos que una crisis no solo pone a prueba nuestras ventas, sino también nuestra cultura, nuestros valores y nuestra capacidad de aprendizaje. Es en estos momentos cuando debemos reforzar la escucha, priorizar el valor real, acompañar con honestidad y mantenernos flexibles sin perder el rumbo. Porque vender en tiempos difíciles no es solo cerrar tratos: es construir relaciones, abrir caminos y sembrar para el futuro.
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